TDAH: no solo medicación
TDAH: no solo medicación

TDAH_DIAGNOSTICO_DIFERENCIAL

El trastorno por déficit de atención y hiperactividad, conocido como TDAH, es una síndrome cada vez más diagnosticada. Sin entrar en la polémica de los criterios diagnósticos del TDAH, creo que es cierto que hay niños que presentan la sintomatología de esta enfermedad: niños muy movidos, muy inquietos, con dificultades de atención y concentración, que se aburren fácilmente y necesitan siempre nuevos estímulos. A menudo se asocia este tipo de dificultades con la necesidad de una medicación.

Como psiquiatra intento que la medicación sea, en la medida posible, un tratamiento temporal y posterior a la puesta en marcha de otras medidas; entonces ¿que otras alternativas hay? Hay varias, desde modificar el entorno que puede ser sobrestimulante hasta juegos para mejorar la concentración, por ejemplo.

Hoy os quiero hablar de la importancia de la alimentación y de la dieta.

Nuestro organismo lucha cada día y cada momento para mantener un equilibrio, una homeostasis, intentando mantener por ejemplo siempre la misma temperatura interna, la misma cantidad de líquidos y también el mismo nivel de glucosa en la la sangre, ya que, entre otras cosas, es cerebro necesita prioritariamente azúcar para funcionar. Hay una cadena hormonal compleja, pero uno de los actores principales es la insulina, que permite que cuando hay altos niveles de glucosa (hiperglucemia), la glucosa en exceso entre en la células y que se mantenga consecuentemente el nivel adecuado de azúcar en la sangre.

Los niños muchas veces comen alimentos (por ejemplo los cereales con chocolate al desayuno, zumo con galletas a merienda, bocadillo para comer, etc) que provocan subidas rápidas de la glucemia, que el cuerpo contrasta produciendo importante bajadas de glucemia esta a su vez induce la ingesta de alimentos que provocan una subida de azúcar. Los niños entran en una montaña rusa de la glucosa.

Esto puede provocar momentos en los cuales el niño se siente inquieto, nervioso, que interrumpe, que necesita moverse, momentos que se alternan a otros de aburrimiento y somnolencia (pensamos en como nos sentimos después de una larga comida de navidad o de una boda…)

No es el azúcar el único responsable: una gran responsabilidad tienen también los alimentos refinados, difíciles de digerir, con un bajo nivel de nutrientes y con aditivos que muchas veces se desconocen y que erróneamente no se consideran como relevantes. Los ácidos grasos omega-3 son muy importantes para las funciones del cerebro, como también lo son otros nutrientes imprescindibles que hay que vigilar, como el hierro, el yodo y la vitamina B12, que interactúan en el desarrollo cognitivo: se ha visto, por ejemplo, que cuando las personas tienen una anemia ferropénica o niveles de yodo o de vitamina B12 muy bajos, acaban estando afectadas sus funciones neuronales, de concentración o de asimilación. Las almendras y las nueces son alimentos hipercompletos. Ambas contienen precursores de omega-3, vitamina E y magnesio, que permiten mantener el nivel de concentración durante un tiempo sin que luego haya un bajón rápido, como podría suceder después de tomar un piscolabis con azúcar. Además, aportan gran cantidad de proteínas, que, entre otras cosas, estimulan las llamadas neuronas orexinas, que se encargan de mantenernos despiertos y atentos.

Hay muchas maneras sencillas de mejorar nuestra alimentación y al mismo tiempo cuidar la salud de nuestro cerebro. Una frase que se usa en biología y neurología reza: ‘Demasiado de una cosa buena es malo’. Hay muchos alimentos positivos, pero si uno exagera se transforman en negativos. Por eso, la mejor recomendación es el balance.

Hay muchas maneras divertidas y sabrosas de introducir en la dieta del niño (y en la nuestra) estos alimentos: no tenemos que olvidar que preparar, experimentar, cocinar comidas saludables es otra manera de quererlos y ocuparnos de ellos. Y porque no, otra actividad para hacer con ellos!

Entonces, con una dieta equilibrada se puede evitar la medicación o tratar el TDAH? El problema hay que atacarlo desde varios puntos de vista y diferentes estrategias, pero es cierto que con una alimentación sana puede mejorar la sintomatología del niño, con consecuencias positivas en su entorno familiar, escolar y extraescolar.

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